"Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz es mi sendero" Ps 119,105

viernes, 24 de junio de 2016

Catequesis 24/06/2016

GALATAS 2.19
19 Pues yo he muerto a la ley por medio de la ley, con el fin de vivir para Dios. Estoy crucificado con Cristo; 20 vivo, pero no soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mí. Y mi vida de ahora en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí. 21 No anulo la gracia de Dios; pero si la justificación es por medio de la ley, Cristo habría muerto en vano.
ROMANOS 14.7
7 Ninguno de nosotros vive para sí mismo y ninguno muere para sí mismo. 8 Si vivimos, vivimos para el Señor; si morimos, morimos para el Señor; así que ya vivamos ya muramos, somos del Señor. 9 Pues para esto murió y resucitó Cristo: para ser Señor de muertos y vivos.
SAN JUAN 4.9 cartas
9 En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Unigénito, para que vivamos por medio de él. 10 En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de propiciación por nuestros pecados.
SAN JUAN 7.15 Y 47 Evangelio
45 Los guardias del templo acudieron a los sumos sacerdotes y fariseos, y estos les dijeron: «¿Por qué no lo habéis traído?». 46 Los guardias respondieron: «Jamás ha hablado nadie como ese hombre». 47 Los fariseos les replicaron: «¿También vosotros os habéis dejado embaucar? 48 ¿Hay algún jefe o fariseo que haya creído en él? 49 Esa gente que no entiende de la ley son unos malditos».

viernes, 17 de junio de 2016

Catequesis 17/06/2016

SAN MATEO 18.21
21 Acercándose Pedro a Jesús le preguntó: «Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?». 22 Jesús le contesta: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. 23 Por esto, se parece el reino de los cielos a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus criados. 24 Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. 25 Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. 26 El criado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: "Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo". 27 Se compadeció el señor de aquel criado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. 28 Pero al salir, el criado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba diciendo: "Págame lo que me debes". 29 El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba diciendo: "Ten paciencia conmigo y te lo pagaré". 30 Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía. 31 Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. 32 Entonces el señor lo llamó y le dijo: "¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo rogaste. 33 ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?". 34 Y el señor, indignado, lo entregó a los

verdugos hasta que pagara toda la deuda. 35 Lo mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si cada cual no perdona de corazón a su hermano».

HECHOS 9.1
Hch9 1 Saulo, respirando todavía amenazas de muerte contra los discípulos del Señor, se presentó al sumo sacerdote 2 y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, autorizándolo a traerse encadenados a Jerusalén a los que descubriese que pertenecían al Camino*, hombres y mujeres. 3 Mientras caminaba, cuando ya estaba cerca de Damasco, de repente una luz celestial lo envolvió con su resplandor. 4 Cayó a tierra y oyó una voz que le decía: «Saúl, Saúl, ¿por qué me persigues?». 5 Dijo él: «¿Quién eres, Señor?». Respondió: «Soy Jesús, a quien tú persigues. 6 Pero levántate, entra en la ciudad, y allí se te dirá lo que tienes que hacer». 7 Sus compañeros de viaje se quedaron mudos de estupor, porque oían la voz, pero no veían a nadie. 8 Saulo se levantó del suelo, y, aunque tenía los ojos abiertos, no veía nada. Lo llevaron de la mano hasta Damasco. 9 Allí estuvo tres días ciego, sin comer ni beber.

10 Había en Damasco un discípulo, que se llamaba Ananías. El Señor lo llamó en una visión: «Ananías». Respondió él: «Aquí estoy, Señor». 11 El Señor le dijo: «Levántate y ve a la calle llamada Recta, y pregunta en casa de Judas por un tal Saulo de Tarso. Mira, está orando, 12 y ha visto en visión a un cierto Ananías que entra y le impone las manos para que recobre la vista». 13 Ananías contestó: «Señor, he oído a muchos hablar de ese individuo y del daño que ha hecho a tus santos en Jerusalén, 14 y que aquí tiene autorización de los sumos sacerdotes para llevarse presos a todos los que invocan tu nombre». 15 El Señor le dijo: «Anda, ve; que ese hombre es un instrumento elegido por mí para llevar mi nombre a pueblos y reyes, y a los hijos de Israel. 16 Yo le mostraré lo que tiene que sufrir por mi nombre».

17 Salió Ananías, entró en la casa, le impuso las manos y dijo: «Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció cuando venías por el camino, me ha enviado para que recobres la vista y seas lleno de Espíritu Santo». 18 Inmediatamente se le cayeron de los ojos una especie de escamas, y recobró la vista. Se levantó, y fue bautizado. 19 Comió, y recobró las fuerzas.